Un paciente ingresó en Miami en condición crítica y con la orden de que se le dejase morir inscrita en su piel y rubricada.
Este año los doctores del Jackson Memorial Hospital de Miami se encontraron ante un dilema al que nunca habían hecho frente. Una ambulancia llegó, los paramédicos bajaron a un hombre de 70 años en estado crítico, inconsciente, fue ingresado y en su pecho apareció un mensaje inesperado que detenía el proceso normal de cuidados y reanimación. Tatuado en tinta oscura, en inglés, bajo su cuello, cruzando de este a oeste su esternón: Do Not Resuscitate. –No resucitar–. Y con su firma.
Los médicos publicaron la semana pasada un informe del extraño caso en The New England Journal of Medicine. Fue una cuestión ética delicada. ¿Revivirlo o dejarlo fallecer? ¿Un tatuaje como este expresa de manera inequívoca la voluntad de morir o pudo tener otro motivo?