El “proyecto Lina” es impulsado por la comunicadora Verónica Minardi y cuenta con el asesoramiento de Pecas Soriano. Busca mitigar el impacto de internación en las UTIs. Será presentado en la Legislatura provincial en los próximos días.
La comunicadora Verónica Minardi lleva 15 años haciendo su programa “Protagonistas” por Teleocho, donde reflejó distintas historias de vida, motivadoras y de superación personal que permitió inspirar a otros cordobeses.
En esos años, la conductora aprendió el más profundo significado de la palabra “resiliencia”, que en términos psicológicos se refiere a la capacidad que tiene una persona para superar circunstancias traumáticas como la muerte de un ser querido o un accidente y transformarlas en alguna acción superadora.
Es justamente esa experiencia la que le tocó vivir a Verónica. El pasado 26 de julio falleció su madre, por una dolorosa enfermedad. Días previos tuvo que estar internada en terapia intensiva, donde se le despertaron ataques de pánico que hicieron mucho más difícil sobrellevar su padecimiento.
“Mi mamá estuvo todo el tiempo mirando una pared sin saber si era de día o de noche. Ni cuándo podrán venir su familia a verla unos minutos. Aferrándose a ella misma. Con la soledad y el frío de una cama ubicada al lado de personas con las máquinas conectadas a su corazón, dónde un ruido fulminante era testigo de otra muerte tan cerca que el miedo es inevitable”, escribió la periodista recientemente en su muro de Facebook.
En esa resiliencia que aprendió durante su programa, Verónica logró sobrellevar la dura pérdida de su madre con una idea de la cual nacerá “Proyecto Lina”, que lleva el segundo nombre de su madre y su seudónimo en muchas de sus obras literarias.
El mismo tiene por fin mitigar el impacto, poder ayudar en la recuperación de muchas personas o en caso de un desenlace fatal, acompañar al paciente a una muerte digna.
En diálogo con La Nueva Mañana, Minardi relató: “Mi mamá estuvo enferma en estado más grave aproximadamente tres meses, pero estuvo mucho tiempo deambulando de médico en médico hasta que le descubrieron un tumor en el riñón derecho casi al azar.
“Ella permaneció por primera vez internada en terapia intensiva aproximadamente cuatro días. Cuando pudo salir, se lamentó mucho de la experiencia. Allí donde sufrió dos ataques de pánico. Gracias a los médicos, pudo ser trasladada a una sala común por algunos días y luego la trajimos a casa para que pudiera recuperar peso y cobrara fuerzas para poderle extirparle el tumor que tenía encapsulado. Pero en nuestro hogar presentó algunas complicaciones con una trombosis y su cuadro se complicó a nivel renal”, precisó Verónica.
“Cuando estuvo en casa, me habló de la experiencia que había tenido en terapia intensiva y ella, como buena escritora, me decía que quería hacer un libro sobre eso porque veía que no había humanidad en ese lugar. Allí perdió noción de tiempo y espacio, y contaba lo terrible que era el ruido del aparato que alerta que un corazón dejó de latir, porque quien está en la cama de al lado siente que en cualquier momento le puede pasar a él. Ella salió de la terapia siendo otra. Creo que inclusive ese perder la noción del tiempo y espacio que se prolongó por varios días le dificultó su recuperación posterior. Lamentablemente la tuve que internar otra vez, y en una vez que regresó a terapia intensiva, permaneció tres días y falleció”, recordó con dolor la conductora.
Recordando lo que había charlado con su madre, la conductora de “Protagonistas” comenzó a darle forma al “Proyecto Lina”, tomando el nombre artístico de su madre, para una iniciativa cuyo objetivo es que se transforme en ley.
Para tal fin, cuenta con la colaboración de Pecas Soriano, quien fue jefe de día de guardia de terapia del Hospital de Urgencias de Córdoba, y experto en bioética. Pecas no sólo es coautor del libro “Muerte digna, una guía para la adecuación del esfuerzo terapéutico”, sino que varios años atrás había publicado un artículo denominado “Reflexiones sobre el paciente en UTI y el personal de salud”.
“La idea es presentar un proyecto que sea ley. Los puntos que estamos trabajando son que las personas internadas cuenten por ejemplo con un reloj en la pared, para que puedan estar ubicados en tiempo y espacio; acondicionar las salas con macetas con plantas y fuentes con agua; que se permita la visita más frecuente de familiares, o de voluntarios que por 10 minutos todos los días les lean a los pacientes textos o narraciones literarias que sean sanas, positivas e inspiradoras, entre otras cuestiones”, enumeró Verónica.
Además, explicó que el proyecto mencionará la necesidad de que, en sala intensiva, intermedia y en piso, esté expuesta la ley que establece que tanto los pacientes como sus familiares tienen pleno derecho de aceptar o rechazar el tratamiento de terapia intensiva, optar e irse a la casa en un caso terminal, para tener una muerte en el ámbito de su hogar.
“El proyecto ya está listo y la intención es que sea presentado en la Legislatura en los próximos 15 días. Trabajar en esta iniciativa me ayudó a ir recuperándome del dolor por la muerte de mi mamá. Como periodista transmito en mi programa historias de resilientes, de gente que sale adelante. Hoy puedo decir que en estos años me dejaron mucha enseñanza”, reflexionó Verónica.
La experiencia de Pecas SorianoPecas Soriano, experto en bioética y ex jefe de guardia de terapia del Hospital de Urgencias de Córdoba.
No es casual que Minardi haya buscado el apoyo de Pecas Soriano para la elaboración del proyecto y de los fundamentos del mismo, a fin de que sea elevado a la Legislatura provincial para que sea convertido en ley.
El médico, que fue jefe de día de guardia en UTI del Hospital Municipal de Urgencias, y que tiene vasta experiencia en la Unidad de Terapia Intensiva (UTI) viene trabajando en el tema de la humanización del trato al paciente y en el mencionado artículo llamado “Reflexiones sobre el paciente en UTI y el personal de salud”, ya enumeraba algunos de los puntos que incluirá el “Proyecto Lina”.
“Luego de 40 años de trabajar en las terapias intensivas, vi muchas cosas. Un día se me ocurrió sacarme el guardapolvo, los zapatos y desvestirme y ponerme en una cama libre, algo que no era frecuente en la UTI. Esos 15 minutos fueron terribles, porque, aunque sabía que no me iban a ´paletear´ (como suele llamarse el uso del desfibralizador), era la sensación de que te podías morir vos o el de al lado en cualquier momento”, contó Pecas a La Nueva Mañana.
“Es entonces que, cuando te ponés en el lugar del paciente, te das cuenta que perdés totalmente la autonomía, además del conocimiento porque ´desconocés´ qué es lo que te pasa; sentís mucho control externo, te manipulan o te dicen cosas ininteligibles y con lenguaje técnico. Allí, el paciente se encuentra doblemente vulnerado: por un lado, por la enfermedad, y por el otro, en forma muchas veces involuntaria, por el personal de salud”, reflexionó Soriano.
Viendo toda la inhumanidad que se producía en esa sala, es que decidió escribir un artículo, que incluye muchas de las sugerencias que formarán parte del “Proyecto Lina”. Entre ellas, se destacan:
Mitigar la despersonalización que sufre alguien internado. Allí sugiere que en cada cabecera de las camas se coloque en letras grandes el nombre del paciente, junto a una foto de él y su familia. “De esta manera, cuando el médico se acerca a la cama podrá ver una foto de cómo era el paciente antes de ser internado, además de conocer su nombre, y esto cambia la visión del trato, motiva a que el médico intente verlo más allá de cómo luce “intubado”, explicó Pecas.
Incrementar las visitas -que en nosocomios son una vez por día- de acuerdo a cada caso en particular. “Para esto, no vale la excusa de que el paciente se puede contaminar. Hay ciertas medidas de seguridad que deben ser cubiertas, pero hay una falacia. Los gérmenes más complicados no vienen de afuera, sino que están en la misma UTI y los pacientes se contaminan por las infecciones intrahospitalarias”, aseguró.
Una información adecuada es un pilar fundamental para cualquier persona. Para Pecas, es frecuente que la información sobre la salud de su familiar se la brinde el médico en un pasillo. Para revertir esta práctica, sugiere que el profesional que realice esa tarea, tenga conocimientos de bioética y realice un seguimiento horizontal de la evolución de cada paciente. Además, debe ser realizada en una sala con intimidad y la comodidad necesarias para atenuar los momentos difíciles que suceden al recibir noticias no agradables.
Devolver el estado de conciencia: el proyecto sugiere que el paciente que esté lúcido, pueda acceder a ver de TV o escuchar su música preferida. “Las UTIs tendrían que contar además con mayor luminosidad natural, ya que es habitual ver como los pacientes pierden la noción de día-noche, con la consecuente pérdida de noción témporo-espacial”, aseguró el médico.
En ese sentido recordó: “Mi residencia fue en Eldorado, Misiones, en un hospital de alta complejidad, que tenía un ventanal enorme con vidrio fijo que daba a la selva. No es lo mismo para un paciente tener la luz del día y observar árboles, que ver una pared y que te entre la luz por una rendija”, explicó.
Contacto Humano: por último, señaló que es muy importante “un permanente contacto humano, en especial de piel”. También en esto señaló lo relevante que es que al paciente se le hable al oído, se le de ánimo, e ir “un poco más allá de la relación médico-paciente”.
“El proyecto ya está listo, y estoy asesorando a Verónica en base a mi experiencia de 40 años en trabajo de terapia y mi conocimiento como bioeticista. Creo que en esto la bioética es clave”, reflexionó Pecas Soriano.
“En la actualidad, es una materia al final de la carrera, pero es necesario que en las universidades la educación en bioética sea dictada de manera transversal. El médico va a tratar con seres humanos, que tienen valores, y como profesional tiene la obligación moral de no sólo tener un estudio clínico sino además tener un oído ético”, concluyó.