En relación con la nota editorial de este diario titulada “Una mirada que debe cambiar”, publicada el 5 de febrero pasado, desde la Sociedad de Investigación Clínica de Córdoba (Sicc) compartimos los juicios vertidos sobre la experimentación animal cuando los controles y métodos no son los adecuados. Pero resulta necesario aclarar algunos aspectos.
A nuestro criterio, la nota transita sin escalas por temas sensibles a la opinión pública, al relacionar de manera inconexa y sin fundamentos un experimento de la industria automotriz con el desarrollo de nuevos fármacos que involucran a seres humanos.
Cuando, en referencia al empleo de animales en experimentación, se alude al “…nuevo y casi inexplorado derecho animal…”, presumimos un desconocimiento de las regulaciones que protegen a estos. El control se realiza a través de normas internacionales como la Ley de Protección Animal (1966), de la Agencia de Cuidado Animal del Departamento de Agricultura de Estados Unidos; la Guía para el Cuidado y Uso de Animales de Laboratorio (1996), del Instituto Nacional de Salud de ese mismo país; la directiva 86/609 del Consejo de Comunidades Europeas, y las Buenas Prácticas de Laboratorio de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
También existen organizaciones científicas que regulan la ética y el uso de animales en experimentación, como el Consejo Internacional de Ciencia en Animales de Laboratorio (Iclas), desde 1985. Estas disposiciones internacionales tienen su réplica en nuestro medio en prácticamente todos los centros donde se realiza dicho tipo de experimentación.
Argentina dispone de la ley 14.346/54 de Protección de Animales, que contempla expresamente ese cuidado y condena con prisión a quien no la cumpliere. Además, nuestro país aplica la disposición Anmat N° 6.344/96 y la resolución Senasa 617/02, ambas referidas a la habilitación técnica de laboratorios que posean bioterios de producción, mantenimiento, experimentación y cuidado de los animales de laboratorio.
Resaltamos el nexo de los principios éticos internacionales entre la investigación animal y en seres humanos. La Declaración de Helsinki, adoptada en 1964 por la 13ª Asamblea Médica Mundial y revisada en 2013, cita: “La investigación médica en seres humanos debe conformarse con los principios científicos generalmente aceptados […], así como en experimentos de laboratorio correctamente realizados y en animales […]. Se debe cuidar también del bienestar de los animales utilizados en los experimentos”. Señalamos, por lo tanto, que el “…casi inexplorado derecho animal” lleva más de 60 años de legislación.
Infortunada comparación
Además, nuestra institución impugna la infortunada comparación entre la desaprensión de una empresa automotriz y el empleo de animales con la investigación en seres humanos, cuando el editorial afirma: “Sin olvidar, claro, la experimentación directa sobre seres humanos, muchas veces realizada sin el consentimiento de las personas, lo que redondea un cuadro de descontrol en el que los protocolos hasta ahora conocidos parecen ser del todo ineficientes”.
La nota resulta arbitraria. No deja espacio para el debate, alimenta prejuicios y mantiene ignorancias. Presuntamente, se desconoce la importancia del desarrollo de nuevos fármacos (incluidas las vacunas) o el hecho de que en la actualidad sólo tiene tratamiento efectivo un tercio de las más de 2.500 enfermedades registradas, según datos publicados por la OMS. Y, más aún, la fuerte regulación a nivel nacional que practican tanto el Ministerio de Salud de la Nación con la resolución 1.480/11 como la Anmat con la disposición 6.677/10 y afines.
O, a nivel local, con la ley 9.694/09 del Ministerio de Salud en la provincia de Córdoba, que ejerce su rol como fiscalizador de las investigaciones realizadas en la provincia. Tampoco olvidemos el arduo trabajo de los comités independientes de ética, que, en su condición de observadores, evaluadores y controladores, velan por la seguridad de los participantes de todas las investigaciones clínicas.
Es fácil darse cuenta de que en el artículo la investigación en seres humanos es denostada, al tratarse esta de manera superficial y relacionarse en su totalidad con un caso de la industria automotriz.
El editorial cierra con la expresión: “Lo que urge es cambiar esa mirada”. Para que esto suceda, la Sociedad de Investigación Clínica de Córdoba reclama una única urgencia: la información precisa y fundamentada de quienes tienen el privilegio y la responsabilidad de opinar en un medio de comunicación masiva.
Marcos Baravalle* y Georgina Viczena**
* Médico reumatólogo; presidente de la Sicc.
** Médica psiquiatra; vicepresidenta de la Sicc