Preso en su cuerpo, pide abrir el debate por la eutanasia Es cordobés, tiene 36 años y padece una enfermedad neurodegenerativa progresiva e incurable.
Hace años que está totalmente paralizado y solo se asoma al mundo y se comunica a través de su computadora.
Alfonso Oliva tiene 36 años, y en febrero hizo cuatro años desde que le diagnosticaron ELA, esclerosis lateral amiotrófica, una enfermedad neurodegenerativa progresiva por la que se van perdiendo las neuronas motoras y el cerebro pierde la capacidad de iniciar y controlar el movimiento de los músculos. En estos años Alfonso se fue quedando sin las capacidades físicas más básicas y elementales que tiene un ser humano. Su cuerpo está paralizado. Ya no puede mover las piernas, ni las manos, ni el tronco. Sólo conserva, además de una lucidez lacerante, movilidad en la cara: puede ver, pestañear, cerrar los ojos y sonreir. Hablar es otra de las capacidades que se llevó la enfermedad. Desde hace tres años, sólo puede comunicarse a través de una computadora, que mediante un dispositivo especial, al cerrar los ojos, le permite ir eligiendo, una por una, cada letra del alfabeto para formar las palabras y luego las frases que quiere decir, que son verbalizadas por la computadora con una voz similar a la de un GPS. El sistema es laborioso y lento, pero funciona.
Hace casi un año perdió también la posibilidad de disfrutar de una de las pocas cosas que la ELA le dejaba: la comida. Por la debilidad que va ganando cada uno de sus músculos, ya no pudo seguir comiendo sin broncoaspirarse. Por eso, en octubre pasado aceptó una cirugía para poder ser alimentado por medio de un botón gástrico. No más dulce, ni salado, ni el gusto del café. Depende de los demás para todo. Cuando necesita algo, pide ayuda con los ojos y su notebook hace sonar una campanita. Y una casi imperceptible camarita en un rincón de su habitación, seguramente permite que la persona que lo atiende en forma permanente en su casa pueda monitorear que todo está en orden, sin invadir aún más su privacidad. Su contacto con el mundo depende de sus ojos. Sólo a través de ellos Alfonso puede salir del encierro al que lo condujo su enfermedad. Y tal como anticipa su mirada, profunda y serena, lo que tiene para decir es mucho. Lo que Alfonso quiere, es que se abra el debate por la eutanasia en la Argentina. Para las personas como él, que por una enfermedad sin retorno, no quieren seguir viviendo una vida que ya no consideran digna y no pueden suicidarse porque su cuerpo inmóvil se lo impide… ( la noticia sigue)