Los profesionales que estudian aspectos éticos vinculados a las ciencias de la salud advierten que hay simplificación. Destacan la importancia de la razón, de los argumentos y de la tolerancia en la discusión.
Analizar los intereses de los actores en juego
Juan Carlos Tealdi es director del Comité de Ética y Programa de Bioética del Hospital de Clínicas de la UBA y es uno de los bioeticistas más consultados sobre el aborto. Destaca, en primer lugar, su satisfacción por la posibilidad de que se enfrente la discusión. “Yo creo que hay que debatirlo, siempre lo he creído. Soy consultado en temas relacionados con el aborto desde hace más de 20 años y siempre creí que era un tema oculto, mal encarado, con presiones, con ignorancia sobre lo que se está decidiendo o con dogmatismo”, aclara.
Tealdi relativiza el peso de las estadísticas en el abordaje. “Atender a los hechos, a los números, a las implicancias sanitarias está muy bien, hay que hacerlo, pero yo no creo siquiera que sea el foco principal o último del debate”. Agrega que hay que tener en cuenta conceptos básicos. “Primero, aborto es interrupción del embarazo, hay que dejar de lado expresiones como ‘crimen’, que en modo anticipado ponen una carga normativa”. Agrega: “En segundo lugar, se embarazan sólo mujeres. En tercer lugar, el embarazo, en cuanto a los conceptos de vida humana y de persona, es una situación singular”.
Para Tealdi, hay que analizar también los intereses de tres actores relacionados. “Está el interés del Estado en tanto protector de la vida, de los profesionales de la salud cuando esta está en riesgo la mujer. Además, está en juego la libertad, el derecho a decidir”, describe.
“La pregunta de fondo es por qué el Estado, salvo en supuestos no punibles, tiene autoridad para impedir que la mujer pueda decidir sobre la interrupción del embarazo”, concluye.
“Es importante abordar cuestiones relacionadas con una vida digna”
Ignacio Sosa es director del Centro de Bioética de la Universidad Católica de Córdoba y jefe de Servicio de Neonatología de la Clínica Universitaria Reina Fabiola. Lo primero que destaca sobre las reacciones preliminares ante la posibilidad del tratamiento del aborto en el Congreso es que “el debate deja mucho que desear”. “Hay que procurar enriquecerlo, porque lo que aparecen son dos posturas: o blanco, o negro”. “Debería haber salidas intermedias –dice–. En muchos países, donde se ha legalizado y donde no, los fundamentos han sido discutidos adecuadamente”.
Las salidas intermedias a las que alude se aproximan a la posibilidad de permitir que quienes decidan interrumpir el embarazo (en el período gestacional consensuado) lo hagan, pero promover que no suceda. “Dar la posibilidad de un aborto legal y seguro no es la única forma de contribuir a una mayor dignidad. El problema está atravesado por cuestiones profundas, como la pobreza, las carencias afectivas, la violencia familiar, las violaciones encubiertas”, describe. Y añade: “Que el debate no termine en ese punto, porque, de lo contrario, equivale a decir ‘sí’ o ‘no’”.
“No hay que negar que hay mujeres que mueren por no acceder al aborto, pero esa es una discusión parcial. Es importante abordar cuestiones que hagan a una vida digna, de lo contrario, nos quedamos en dos posturas irreconciliables”. Para Sosa, no se está escuchando a todos en esta discusión: “Es un problema grave asociado a la pobreza, pero la mayoría de los argumentos son de los teóricos, de los intelectuales, de los bioeticistas, de los teólogos, de los políticos, de personas que participan en asociaciones”.