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En debate: Feminismo y técnicas reproductivas. Noticia de La Voz del Interior

El libro En el vientre de otra, de la socióloga Laura Corradi, se suma a las discusiones desde la perspectiva de género sobre los avances en la medicina reproductiva.

Hace unos días, se conoció la noticia de que se está desarrollando en Córdoba una técnica para futuros trasplantes de útero. De tener éxito, sería una posibilidad para que mujeres que no pueden tener hijos (porque nacieron sin útero o tuvieron que quitárselo a causa de enfermedades o por complicaciones posparto) puedan gestar.

La técnica ya se ha realizado en otros lugares del mundo, la mayoría de las veces con úteros de donantes vivas y, en muy pocos casos, con órganos de donantes fallecidas.

Además, en 2020 se podría realizar en Rosario el primer trasplante de útero de Argentina. Si bien la Ley de Fertilización Asistida en Argentina no prohíbe el trasplante de útero, tampoco lo especifica. La aprobación dependerá, según precisó a los medios el médico que llevaría a cabo el transplante, el sueco Mats Brännström, del Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (Incucai).

Las discusiones en torno a las técnicas reproductivas suelen ser temas de arduos debates no sólo desde el campo de la medicina, sino también desde la bioética.

¿Pero qué aportes y miradas pueden sumar los feminismos a estos temas, que involucran, entre otros, a la donación de espermatozoides y óvulos, el congelamiento de embriones o la subrogación de vientre?

Abrir la discusión

Sobre este tema discurre el libro En el vientre de otra (editorial Gorla), un ensayo de la investigadora y socióloga italiana Laura Corradi que problematiza la cuestión y sostiene que la discusión sobre la reproducción no debe ser monopolio de científicos y especialistas, sino que debe abrirse al campo de las ciencias sociales y la sociedad.

Corradi comienza repasando cómo en ciertos países de Europa se dieron las reflexiones primeras en torno a las tecnologías reproductivas. Y evoca que hubo una mayoría feminista que tuvo una posición favorable a ellas por tres cuestiones: para combatir la intromisión de la Iglesia Católica (que se oponía por cuestiones morales y religiosas), para sostener una interpretación de la idea de libertad entre mujeres occidentales (cuestionada por feministas de color que critican los privilegios de las mujeres blancas occidentales) y, sobre todo, menciona un último punto: el entusiasmo a veces acrítico que generan las noticias médicas.

Miradas diversas

La autora también repasa diferentes posturas dentro de corrientes feministas en torno a estos temas y aborda cuáles son los argumentos de un grupo que denomina “pro-tecnología”, y los del grupo que la rechaza, muchas veces alineado con un feminismo radical.

De un lado, las teóricas “pro-tecnología” sostienen que se podría así habilitar una sociedad más democrática e inclusiva porque las nuevas tecnologías reproductivas permiten, además de los concretos avances médicos, ampliar la idea de reproducción por fuera de la pareja heterosexual y del tradicional concepto de matrimonio.

Así, por ejemplo, la subrogación de vientre permitiría también pensar en otros modelos de familia, en otras prácticas de cuidado y de crianza. Sin embargo, varias de las teóricas de este grupo admiten que existe un problema de clase, dado el alto costo que suelen tener estas tecnologías.

De la vereda de enfrente estarían aquellas feministas radicales que se oponen a las tecnologías de reproducción o “ingeniería genética” porque la perciben como una demanda de fertilidad de mujeres con privilegios de clase, que muchas veces se logra a costa de ciertas formas de violencia perpetradas en otras mujeres.

También son críticas con las prácticas médicas que consideran “invasivas” para los cuerpos de las mujeres y, entre otras cosas, a lo que evalúan como la concepción mercantilista del cuerpo de la mujer. También señalan la manera en la que las empresas privadas que trabajan en estos temas “mercantilizan” las técnicas: congelamiento de óvulos, bancos de esperma, clínicas, abogados.

Por supuesto que no todas las técnicas se prestan a la misma vara de análisis, y cada país y región tienen sus propios momentos de discusión, sus propias leyes, y sus particulares tradiciones humanas y culturales.

Pero lo que plantea Corradi en su libro (que no se para en un lugar prohibicionista) es que la discusión en torno a la aplicación de estos métodos no puede limitarse a una discusión de ciencia y de salud, sino que debe involucrar a otros campos de las ciencias sociales y de la sociedad.

Y, también, a otros actores involucrados. En este tema, la autora señala, incluso, que gran parte de la discusión feminista se limita a las mujeres que recurren a estas técnicas y olvidan a largo plazo los efectos en niñas y niños, mujeres donantes y subrogantes.

JULIANA RODRÍGUEZ
Domingo 08 de septiembre de 2019 – 00:01 | Actualizado: 08/09/2019 – 00:18