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Muerte digna: para los especialistas, la ley argentina es ambigua e incompleta. Noticia de La Voz del Interior

La historia del francés Vincent Lambert reabrió el debate sobre la legislación local.

 En Argentina y en Córdoba, hubo varios pedidos de enfermos terminales en los últimos años.
La ley argentina establece que cuando un paciente sufre una enfermedad “irreversible, incurable o terminal”, puede negarse a que lo mantengan con vida, aunque “su redacción es ambigua”, afirman los especialistas.

“En Argentina existen dos grandes marcos regulatorios que permiten tomar decisiones al final de la vida: la mal llamada “ley de muerte digna”, que es una modificación a la ley 26.529 de derechos del paciente, y las disposiciones del Código Civil vigente desde 2015 en sus artículos 59 y 60, que se refieren al retiro de medidas de soporte vital”, explicó el abogado Ignacio Maglio, jefe del Departamento de Riesgo Médico Legal del hospital Muñiz, de Buenos Aires.
La muerte digna permite que las personas puedan elegir no recibir tratamientos que prolonguen su vida de manera artificial; y en caso de no estar conscientes para decidir, su familia podrá respetar su voluntad. La eutanasia, en cambio, es poner fin a la vida de modo intencional: un paciente hace una petición libre e informada a un tercero calificado, el médico.

Debate internacional
Vincent Lambert, francés de 43 años, murió el pasado 11 de julio tras haber permanecido una década en estado vegetativo. El hombre había quedado tetrapléjico en un accidente y se convirtió en un símbolo del debate en torno a la muerte digna, que mantenía enfrentada a su propia familia, aunque finalmente se le retiró el soporte vital a pedido de su esposa y contra la voluntad de sus padres.

Carlos Cafferata, jefe de Sección de Cuidados Paliativos del hospital Italiano de Buenos Aires, quien trabaja con pacientes oncológicos, con enfermedades neurodegenerativas y con otras afecciones mortales, consideró que “no está mal mantener la hidratación y la alimentación en una persona en estado vegetativo”, en referencia al caso del francés Vincent Lambert.
“Una patología terminal es aquella que progresa y lleva a la muerte, mientras que el estado vegetativo no avanza”, explicó .
“Un estado vegetativo es a veces irreversible, pero no progresivo. El de Lambert es un caso polémico que depende de quién interpreta la ley”, argumentó el médico.
Para el abogado Ignacio Maglio, jefe del Departamento de Riesgo Médico Legal del hospital Muñiz, “no hay ningún caso documentado en el mundo de que una persona se haya recuperado de un estado vegetativo persistente”.
Maglio detalló que la eutanasia, es decir, la muerte “provocada en forma directa a pedido de un paciente por medio de la administración de un tóxico o un veneno en dosis mortal”, sólo está regulada en Bélgica, en Suecia, en Holanda y en Colombia. “En la Argentina actual, eutanasia equivale a homicidio, pero en algún momento tendremos que discutir la interrupción voluntaria de la vida, así como se está discutiendo la interrupción del embarazo”, opinó.

Antecedentes
El caso de Lambert es similar al del neuquino Marcelo Diez, quien estuvo 20 años en estado vegetativo tras un accidente automovilístico y murió en 2015.
El caso llegó a la Corte Suprema de Justicia, que reconoció el derecho del paciente a “decidir sobre su propia muerte digna” y aceptó la declaración de las hermanas, quienes afirmaron que antes del accidente el hombre había manifestado que si en algún momento atravesaba una situación similar “no deseaba que se lo mantuviera con vida artificialmente”.

En Córdoba, Alfonso Oliva (36) murió el pasado 4 de marzo tras padecer esclerosis lateral amiotrófica (ELA). El último año de su vida, pidió abrir el debate sobre la eutanasia. Su solicitud hizo que legisladores cordobeses comenzaran a trabajar en un proyecto.

Estado vegetativo
Consultado sobre las posibilidades de revertir un estado vegetativo, el neurólogo Alejandro Andersson precisó que “al mes hay una chance del 18 por ciento; a los seis meses, del tres por ciento; y de ahí en adelante, las posibilidades son infinitamente menores”.
“Al estado vegetativo lo llamamos “vigilia sin conciencia”, porque se trata de pacientes que tienen un ciclo de sueño y otro de vigilia, abren los ojos, pero no tienen ningún contenido de conciencia explorable”, explicó. “En Argentina, lo único irreversible en un 100 por ciento es la muerte cerebral. El resto de los cuadros probablemente lo sean, pero como médicos estamos obligados a mantener al paciente vivo”, afirmó.
Para el Código Civil “toda persona capaz mayor de edad puede disponer directivas anticipadas sobre su salud”, una medida que Maglio consideró fundamental. “Sería importante que todos lo dejáramos por escrito”, completó.


Le concedieron la eutanasia a una joven que no logró superar los traumas de un abuso sexual. Noticias La Voz del Intye

La chica de 17 años falleció este domingo tras recibir la asistencia médica que le proporcionó una clínica especializada.

Noa con el libro que escribió para detallar su parecer.

Noa Pothoven, un joven holandesa de 17 años, aseguraba vivir con un “sufrimiento inaguantable”. Desde edades tempranas padecía depresión y angustias producto de haber sido víctima de abusos sexuales intrafamiliares. Con el objetivo de poner fin a todos esos traumas, pidió la eutanasia, la cual le fue concedida tras una intensa batalla legal.

La adolescente murió el domingo en su casa, con la asistencia médica que le proporcionó una clínica especializada. Tras la violencia padecida sufría también de estrés postraumático y anorexia, informó la agencia ANSA.

La joven había escrito una autobiografía llamada ” Winnen of leren” (ganar o aprender), donde cuenta en detalle su batalla contra la depresión por el abuso sexual que había sufrido en su infancia por parte de su primo, aunque existieron otros episodios.

En una última publicación en Instagram, Noa escribió: “Amor es dejar ir, en este caso”, pidiendo a sus seguidores que no intentaran hacerla cambiar de idea.

Eutanasia en Holada: puede ser concedida a mayores de 12 años y sólo cuando la persona haya expresado su deseo de morir y un médico compruebe que el paciente no puede lidiar con ese sufrimiento.

En 2017 unas 6.585 personas la pidieron y obtuvieron; la cifra representa alrededor del 4,4 por ciento de los decesos totales del país, según un comité que monitorea el fenómeno.

Noa había manifestado su malestar varias veces, desde muy joven. Con su libro, explicó, quería ayudar a los jóvenes más vulnerables a luchar por la vida, lamentando que en Holanda no haya estructuras especializadas donde los adolescentes puedan conseguir apoyo físico y psicológico en casos semejantes.

Su despedida en Instagram

“Pensé por mucho tiempo si era necesario compartir esto o no, pero finalmente me decidí a hacerlo de todos modos. Tal vez resultará una sorpresa para muchos, pero yo pensé en este plan por mucho tiempo, y no tomé la decisión de forma impulsiva”. Cuenta que dejó de comer y beber y que tomó, junto a un equipo, la decisión de dejar de vivir. Detalla: “Iré directo al grano: moriré en un máximo de 10 días. Después de haber luchado y batallado, siento que estoy agotada de todo esto”.

Le dedicó un apartado a sus amigos y familiares en el que les pidió que no la intenten convencer: “Esta es mi decisión, y no hay vuelta atrás. Amar es también dejar ir, como en este caso”.

Eutanasia, la discusión que nadie se anima a dar. Noticia de La Voz del Interior

Luchador. Alfonso Oliva murió a los 36, cuatro años después de que le diagnosticaron ELA. Pasó el último tramo de su vida tratando de incentivar el debate sobre la eutanasia. (Gentileza Canal 12)

El caso del cordobés Alfonso Oliva, recientemente fallecido, instaló en Argentina un debate que aún no se da en voz alta.

Alfonso Oliva era cordobés, tenía 36 años y padecía esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad neuromuscular degenerativa, con pronóstico mortal: progresivamente, cada músculo del cuerpo va dejando de funcionar, mientras las funciones del intelecto se mantienen intactas.

Alfonso tenía 32 cuando se la diagnosticaron. Pasó el último año de su vida pidiendo abrir el debate sobre la eutanasia, procedimiento que en Argentina actualmente está penado por la ley. Falleció el pasado 4 de marzo en su casa, sabiendo que su reclamo no lo ayudaría a él, sino a los que vienen. Su valiente testimonio ayudó a reabrir una discusión fundamental.

“La enseñanza que Alfonso nos dejó a mí y a mi familia fue la lucha por la vida, por el derecho a elegir cómo cada uno quiere vivir o morir. Y no se trata de la enfermedad que tenía él, sino de que en cualquier momento te puede pasar algo y tiene que haber un documento escrito que le diga al médico lo que yo deseo en esas situaciones”, expresó a La Voz Milagros, la hermana melliza de Alfonso.

Pensar en el otro
Para que se hable de eutanasia en Argentina, Alfonso buscó un aliado clave, que lleva mucho tiempo trabajando en el tema: Carlos “Pecas” Soriano. Es médico intensivista, especialista en medicina de emergencia y experto en bioética y, como tal, integra la comisión de bioética del Consejo de Médicos de la Provincia de Córdoba.

Alfonso estableció con el médico un vínculo importante, y le pidió que hiciera hasta lo imposible para que el debate se instalara. “La principal lección que nos dejó el caso de Alfonso Oliva fue la de pensar en el otro. Él sabía que su muerte estaba cerca y tuvo el altruismo y la valentía de dejar abierto un debate para los que vienen”, sostuvo Soriano.

Pero tanto Alfonso como el médico sabían que esta lucha necesitaba más aliados. Por eso invitaron a las diputadas nacionales por Córdoba Brenda Austin y Gabriela Estévez, junto a la legisladora Liliana Montero.

Hubo un encuentro entre ellos y allí se selló la promesa de llevar este tema hacia el Congreso de la Nación. “La eutanasia es uno de esos debates tabú que tenemos en la Argentina, como lo fue el aborto”, dice la legisladora Montero. “Parece ser que porque no se discuten, no existen”.

“Para mí –continuó Montero– fue muy movilizante e impactante conocer a Alfonso. Entonces me preguntaba qué derecho tenemos el resto para decirle a alguien cómo y cuándo tiene que esperar su muerte. Es tremendo porque él tenía todas sus facultades mentales intactas para decidir racionalmente. Entonces desde la sociedad, desde el Estado, le estábamos imponiendo otra cosa”, sostuvo la legisladora.

Un caso paradigmático
El trabajo de elaborar un proyecto fue asumido por el equipo de la diputada Estévez, que desde hace meses trabaja en el primer escrito de este tipo que se presentará en el Congreso de la Nación (ver En Córdoba se elabora el primer proyecto de ley para llevar al Congreso).

Esto significa que el de Alfonso Oliva podría convertirse en uno de los casos paradigmáticos de nuestro país, que derive en cambios profundos. Pasó, por ejemplo, con la muerte del conscripto Omar Carrasco y la desaparición del servicio militar obligatorio; con la niña Justina Lo Cane y la donación de órganos, etcétera.

También está el caso de Marcelo Diez, un joven neuquino que permaneció 20 años en estado vegetativo y que, gracias al reclamo de su familia, generó un cambio en la Ley de Derechos del Paciente, mediante un fallo de la Corte Suprema en 2015. Así comenzó lo que hoy conocemos como “muerte digna”, concepto totalmente diferente a la eutanasia, pero que se relaciona con las decisiones que una persona puede tomar cuando ve aproximarse el final de la vida.

La muerte digna permite que las personas puedan elegir no recibir tratamientos que prolonguen su vida de manera artificial y, en caso de no estar conscientes para decidir, su familia podrá respetar su voluntad. Esto es lo que se llama ortotanasia, que se distingue de la eutanasia en que la primera nunca pretende adelantar deliberadamente la muerte del paciente. Se trata de un “permitir morir”.

La eutanasia, en cambio, es poner fin a la vida de modo intencional: un paciente hace una petición libre e informada a un tercer calificado, el médico tratante, para ejercer el derecho a morir de una forma digna y humana, adelantándose –por ejemplo– a sufrir los efectos finales de una enfermedad irreversible.

El derecho de morir
“Por suerte Dios le regaló a mi hermano una muerte tranquila, en su cama, durmiendo. Pero a pesar de que él no quería, los médicos intentaron revivirlo durante media hora. Si lo hubiesen logrado, él hoy seguiría conectado a un respirador, llorando, como otras tantas veces que lo vi llorar pidiendo morir. No hubiese sido su elección”, confesó Milagros sobre lo que su hermano sentía como un derecho.

Soriano considera el debate de la eutanasia como una necesidad. “Es una charla que nos debemos como sociedad, una necesidad oculta, como lo llamamos en medicina. Hay una negación cultural en Occidente para hablar de la muerte. Si uno no se coloca empáticamente en el lugar del otro, es difícil sentarse a debatir con seriedad. No hay gente todos los días pidiendo la eutanasia, pero en Córdoba sí hay personas en las terapias intensivas muriendo de forma indigna, por muchísimas razones”, expresó.

Actualmente son muy pocos los países del mundo que tienen legalizada la eutanasia. Está aprobada en Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Suiza, Canadá y en algunos estados de Estados Unidos. En América latina, la eutanasia sólo está permitida en Colombia, que la legalizó en 2015. Este último país argumentó que se trata de un derecho fundamental, y hacia allí se orienta el proyecto legislativo argentino.

Pero lo más importante será cómo entablar un debate serio y maduro en una sociedad que acostumbra a la polarización plena con este tipo de temas.

Julio Bártoli es jefe del servicio de Terapia Intensiva en la Clínica Reina Fabiola e integra el Comité de Bioética de la Universidad Católica de Córdoba. Señala, desde su óptica, dónde estarán los puntos clave de la discusión.

“El derecho a la dignidad y a considerar que una persona puede estar en una situación de vida indigna, actualmente, no le da derecho a terminar con su vida. Ahí va a estar el foco. ¿Tiene esa persona el derecho de terminar con su vida?”.

“El fundamento principal –continúo Bártoli– es que las personas tienen el derecho a tener una vida digna y a rechazar una vida que no lo sea. Y allí es donde se abre otro aspecto, y es saber quién determina la dignidad. Desde mi óptica, quien lo define es la persona. Se trata de una condición individual y personalísima. El tema está puesto en la escena porque es una realidad que nos afecta, desde hace mucho. Que nos pongamos a debatirlo es muy bueno. No hay oportunidad ni momentos. Mientras más nos demoremos, peor ”, opinó el especialista.

Tres formas de muerte asistida
Eutanasia. Es la terminación intencional de la vida por otra persona; esto es, un tercero calificado, el médico tratante, de una forma digna y humana, a partir de la petición libre, informada y reiterada del paciente que esté sufriendo intensos dolores, continuados padecimientos o una condición de gran dependencia y minusvalía que la persona considere indigna, a causa de una enfermedad irreversible, incurable o terminal, o una grave lesión corporal que lo coloque en igual situación.
Suicidio asistido. Consiste en ayudar o asistir a otra persona, el paciente, a cometer suicidio, o en proveerle los medios necesarios para la realización, a partir de su petición libre, informada y reiterada, cuando esté sufriendo intensos dolores, continuados padecimientos o una condición de gran dependencia y minusvalía que la persona considere indigna.
Ortotanasia. Es no prolongar la vida por medios artificiales de un paciente con una enfermedad terminal e incurable, por decisión del mismo paciente o de su familia.

Por ANA DALMASSO
Domingo 07 de abril de 2019

Montero pide al Congreso que debata la eutanasia. Noticia de Hoy día Córdoba

La legisladora provincial Liliana Montero presentó ayer un proyecto de declaración (26233L18) para que la Legislatura Unicameral solicite a los diputados y senadores nacionales por Córdoba, que promuevan el debate y propicien el tratamiento de los proyectos existentes sobre la práctica de la eutanasia en el seno del Congreso Nacional.

En el proyecto, Montero recuerda que en la Legislatura de la provincia “se dio el debate sobre el proyecto de Ley de muerte digna o voluntad anticipada”. Dicha iniciativa tuvo modificaciones y, a su criterio, “quedó a medio camino de lo que debería haber sido aprobado”.

Pero “fue un importante y necesario primer paso. Así, la muerte digna (Ley 10.058) adquirió, al menos en el marco normativo, plena vigencia”, consideró la parlamentaria. A su vez, citó el caso de Alfonso Oliva, quien padece de ELA (esclerosis lateral amiotrófica) hace cuatro años y se ha convertido en un referente de los sufrientes que piden que se debata en los órganos legislativos el tema de la eutanasia.

La legisladora estuvo con él, quien “hace cuatro años es preso de su propio cuerpo; hace un año perdió la capacidad de alimentarse y hoy sólo puede mover los ojos, sonreír y hablar mediante un sistema que permite que sus ojos elijan las letras y se reproduzcan en altavoz”. Basada en esa visita, Montero argumentó que “cada uno debe decidir hasta cuándo va a sufrir, nos dijo personalmente Alfonso y estoy convencida de que no somos nadie para discutirle eso”.

Preso en su cuerpo, pide abrir el debate por la eutanasia.

Preso en su cuerpo, pide abrir el debate por la eutanasia Es cordobés, tiene 36 años y padece una enfermedad neurodegenerativa progresiva e incurable. 

Hace años que está totalmente paralizado y solo se asoma al mundo y se comunica a través de su computadora.

 Alfonso Oliva tiene 36 años, y en febrero hizo cuatro años desde que le diagnosticaron ELA, esclerosis lateral amiotrófica, una enfermedad neurodegenerativa progresiva por la que se van perdiendo las neuronas motoras y el cerebro pierde la capacidad de iniciar y controlar el movimiento de los músculos. En estos años Alfonso se fue quedando sin las capacidades físicas más básicas y elementales que tiene un ser humano. Su cuerpo está paralizado. Ya no puede mover las piernas, ni las manos, ni el tronco. Sólo conserva, además de una lucidez lacerante, movilidad en la cara: puede ver, pestañear, cerrar los ojos y sonreir. Hablar es otra de las capacidades que se llevó la enfermedad. Desde hace tres años, sólo puede comunicarse a través de una computadora, que mediante un dispositivo especial, al cerrar los ojos, le permite ir eligiendo, una por una, cada letra del alfabeto para formar las palabras y luego las frases que quiere decir, que son verbalizadas por la computadora con una voz similar a la de un GPS. El sistema es laborioso y lento, pero funciona.

 Hace casi un año perdió también la posibilidad de disfrutar de una de las pocas cosas que la ELA le dejaba: la comida. Por la debilidad que va ganando cada uno de sus músculos, ya no pudo seguir comiendo sin broncoaspirarse. Por eso, en octubre pasado aceptó una cirugía para poder ser alimentado por medio de un botón gástrico. No más dulce, ni salado, ni el gusto del café. Depende de los demás para todo. Cuando necesita algo, pide ayuda con los ojos y su notebook hace sonar una campanita. Y una casi imperceptible camarita en un rincón de su habitación, seguramente permite que la persona que lo atiende en forma permanente en su casa pueda monitorear que todo está en orden, sin invadir aún más su privacidad. Su contacto con el mundo depende de sus ojos. Sólo a través de ellos Alfonso puede salir del encierro al que lo condujo su enfermedad. Y tal como anticipa su mirada, profunda y serena, lo que tiene para decir es mucho. Lo que Alfonso quiere, es que se abra el debate por la eutanasia en la Argentina. Para las personas como él, que por una enfermedad sin retorno, no quieren seguir viviendo una vida que ya no consideran digna y no pueden suicidarse porque su cuerpo inmóvil se lo impide…  ( la noticia sigue)

Por Marcela Fernandez